En L’Oblit, retrato mi relación personal con mi abuela que padece de la enfermedad del Alzheimer. La pérdida de la memoria y, por el extensión, el desvanecimiento de su propia personalidad e identidad, remarca el proceso de deterioro de la persona.
Una serie de fotografías procedentes de nuestro álbum familiar se proyectan sobre ella. Dando lugar a una interacción directa con sus memorias, que provoca una irrupción del proceso de desvanecimiento. El olvido se materializa en imágenes autorreferenciales, mientras el mal interviene en la memoria de los hechos que ellas desvelan.