Anne Roig (Barcelona, 1988) es la nueva protagonista del ciclo expositivo “El artista del fondo”. En esta ocasión, la joven fotógrafa nos presenta una conjunción entre arquitectura geométrica y humanidad orgánica.
Especializada en fotografía de moda e influenciada por sus estudios de diseño gráfico, se centra en la estética de la imagen cuidando todos los detalles. Así, nos presenta composiciones equilibradas, principalmente triangulares, donde el peso de la fotografía lo soporta un cuerpo humano contorsionado.
Mediante el desnudo y el anonimato del sujeto, Roig parece que nos hable de la identidad a través de la poética, citando conceptos como la libertad, la identidad, la represión y la transformación del cuerpo para llegar a la liberación completa.
La artista nos presenta una serie de fotografías íntimas, en las que usa su propio cuerpo para hablarnos de conceptos como libertad, identidad, represión y transformación del cuerpo para llegar a la liberación completa. Como ella misma afirma, “a lo largo de la vida nos esforzamos en conseguir una libertad invisible”. Esta libertad parece encontrarse en la transformación de la propia imagen que tenemos de nosotros mismos. Los cuerpos se retuercen en espacios neutros y arquitectónicos, en una constante lucha, suspendida en el tiempo. En una era de sobresaturación social, donde la identidad del sujeto es cada vez más difícil de encontrar, Anne nos destapa una lucha evidente que parte de la necesidad de identificarnos como individuos únicos.
[La fotografía] Es sobre todo un rito social, una protección contra la ansiedad, afirma Susan Sontag. Si tenemos en cuenta el auge de las plataformas digitales enfocadas a compartir imágenes y la necesidad constante del ser humano de verificar su existencia a través de la publicación de fotografías. En donde parece que si no hay fotografía no ha existido tal experiencia, podemos deducir que la ansiedad parte de la necesidad de verificar la propia existencia. Es ahí donde radica la vulnerabilidad del ser humano, en el miedo a la no existencia, en la fragilidad que envuelve la vida y la experiencia. La fotografía sirve como registro de la memoria, no solo para nosotros mismos sino a ojos de los demás. Confirmamos nuestra propia identidad bajo la mirada y aprobación de la sociedad. Pero esa misma vulnerabilidad es la que Anne Roig afirma que nos enseña a sentir. Somos seres sociales a la vez que individuos propios y el eje central de nuestro pensamiento es la lucha por la libertad y su represión y por nuestra propia existencia.
Contemplamos desde la distancia y en silencio la batalla que libra Anne Roig en sus fotografías, su necesidad de captar un momento concreto y único. La fotografía surgió como método para afirmar que algo había sido visto por alguien. Nos encontramos observando lo que la artista ha querido mostrar, “esos momentos silenciosos en los que nadie se fija”.
Lo que interesa “son las fotografías que dicen algo de un modo nuevo —escribe Harry Callahan—, no con el propósito de ser diferentes, sino porque el individuo es diferente y el individuo se expresa a sí mismo”.
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